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On abril 03, 2017 by samantha in 1821, 28 de Julio, Abascal, Alto Perú, Bolivia, Buenos Aires, Independencia del Perú, Perú, Virrey
Independencia del Perú

A partir de 1810, el virrey tuvo que enfrentarse a diversas insurrecciones, casi todas surgidas en el Alto Perú (hoy Bolivia).
Abascal advirtió la debilidad de la Junta Central de 1810 e interpretó el movimiento independentista como un complot perpetrado desde Buenos Aires. Mantuvo de 1808 a 1813 una política hostil, pero diplomática, contra las nuevas ideas procedentes de España. A pesar de ello, tuvo que admitir, el 24 de septiembre de 1810, la convocatoria para la elección de diputados. Abascal contaba con la colaboración de los liberales peruanos y españoles, a los que no interesaba que la mayoría nativa accediera a sufragio y a la representación política.
Las promesas de los liberales encendieron las esperanzas de poder de los criollos, pero como no se llevaron a cabo algunos sectores criollistas empezaron a atacarlos. Sin embargo, no se atrevieron a sublevarse, pues tenían muy presente la reacción del gobierno virreinal ante la insurrección de Tupac Amaru II (1780) y la de Pumacahua, violentamente reprimidas. Las revueltas indigenas peruanas, lejos de estimular el proceso revolucionario, lo estancaron. Hubo que aguardar a que dos líderes militares lo dirigieran: San Martín y Bolívar, ambos extranjeros.
Perú se encontraba densamente poblado, con sólo un 5 por 100 de blancos y un predominio de indigenas (58 por 100) sobre los mestizos (29 por 100) y los negros (8 por 100: 4 por 100 esclavos y 4 por 100 libres). Las divisiones raciales fomentaron la jerarquización social y establecieron una sociedad de castas.
La clase dominante, de raza blanca, la constituían españoles y criollos aristócratas, quienes originaron una nobleza rural privilegiada e inmovilista que detentaba el poder económico. Los españoles acaparaban casi todos los cargos públicos y burocráticos.

A lo largo de toda la campaña, San Martín se había afirmado como un lider pacifista, y así lo demostró al ocupar Lima.
El 3 de agosto de 1821, asumió el título de Protector del Perú y aplicó reformas sociales, confirmando la supresión de la mita y del tributo indio abolidos en 1812. Decretó la expulsión de los españoles y la confiscación de sus bienes, con el afán de atraerse a la aristocracia criolla y al mismo tiempo, con la creación de la Orden del Sol, favoreció a los militares criollos.
Sin embargo, los liberales peruanos se oponían a San Martín por considerarlo demasiado teórico. Carente de apoyo, el general acudió a Guayaquil para conferenciar con Simón Bolívar, al que pidió la anexión de esta plaza a Perú, su ayuda militar para la causa peruana y para el establecimiento de una monarquía constitucional en el país (julio 1822). En ella Bolívar sólo se comprometió a prestar ayuda militar. El fracaso de las negociaciones obligó a San Martín a dimitir (1822) y marcharse de Perú.
Bolívar consiguió pacificar el país y dominar los reductos españoles del interior con su ejército y la colaboración de los montoneros (grupos de guerrilleros a caballo).
Finalmente la batalla de Ayacucho (1824) supuso el fin de la dominación española en Perú y en el continente.